Ben Hecht, guionista, periodista y novelista
Introducción
Ben Hecht era un hombre abierto a todas las artes y cultivó como nadie sus facetas como guionista, periodista y novelista. Llegó a firmar más de 70 guiones y 35 libros a lo largo de su carrera. Hombre de gran cultura, sentía gran admiración por la arquitectura. En sus primeros años escribió varios artículos y ensayos sobre la arquitectura contemporánea de Chicago.
Sigo aquí con mi serie de repaso de los grandes nombres de la escritura americana que se convirtieron en guionistas cuando la industria cinematográfica tuvo necesidad de historias para llevar al cine. Ben Hecht se une así a Dalton Trumbo, Abraham Polonsky, James M. Cain, Horace McCoy o William Riley Burnett.
Los grandes estudios de Hollywood -con sus luces y sombras- emplearon a una larga lista de escritores y novelistas del género negro para que la fábrica de cine tuviera siempre nuevas historias que llevar a la pantalla. Véanse mis entradas Escritores en Hollywood y Guionistas de Cine Negro en Hollywood.
Primeros pasos de Ben Hecht como escritor y periodista
Ben Hecht nació en Nueva York en 1893 en el seno de una familia de inmigrantes ruso-judíos. Trabajó como periodista en el Chicago Journal y en el Chicago Daily News, al tiempo que alternaba aquel trabajo con colaboraciones en revistas literarias como Little Review. Tras la Primera Guerra Mundial, fue enviado como corresponsal a Berlín donde hizo grandes amigos y de donde extrajo vivencias suficientes para su primera novela: Erik Dorn (1921)
Una columna suya diaria titulada “101 Afternoons in Chicago” así como el libro del mismo título, condujeron a Ben Hecht a la fama. En los años veinte, ya se había labrado una buena reputación en el mundillo literario como periodista y escritor.
En 1923, tras dejar el Chicago Daily News, fundó su propio periódico, el Chicago Literary Times, el cual le dejó en poco menos de dos años completamente arruinado.
Ben Hecht en Hollywood
Tras su fracaso económico, se trasladó a Nueva York y estando allí recibió un telegrama de Herman Mankiewicz invitándole a Hollywood. Desde aquel momento, dividiría su tiempo entre esta ciudad y la meca del cine.
Ben Hecht en A child of the Century, relata los consejos que le dio “Mank” a su llegada a Hollywood:
“Quisiera dejarte claro que en una novela el héroe puede acostarse con diez chicas y casarse con una virgen al final. Esto no está permitido en una película. El héroe o la heroína tienen que ser vírgenes. El malo puede acostarse con quien quiera, engañar, robar, hacerse rico y explotar a la servidumbre. Pero tiene que morir al final. Cuando cae con una bala en la frente, tiene que verse que agarra el tapiz gibelino de la pared de la biblioteca y que éste le cae en la cabeza como un simbólico sudario”
Primeros pasos en el cine
La respuesta de Ben Hecht a estas normas fue una película de malos de verdad. Se llamó Underworld (La Ley del Hampa, 1927). Fue la primera película como director de Josef Von Sternberg y por ella fue premiado por la Academia. Ben Hecht diría más tarde que aquella película fue la primera gran película de gangsters, la primera que no hurtó al espectador la violencia ni la crueldad, excepto media docena de toques sentimentales introducidos por Sternberg. Aunque ninguno de los dos lo reconoció expresamente, este film fue crucial tanto para su director como para su guionista. Consagró a Sternberg, quien quedó como el iniciador del ciclo del gran cine negro americano y sirvió a Ben Hecht para desarrollar su olfato y su genio de guionista y cineasta.
Como curiosidad se puede decir que Ben Hecht pasó a la historia del cine fundamentalmente por dos cosas, la primera por ser uno de los guionistas mejor pagados de Hollywood y la segunda por decir las cosas más terribles del medio. Manifestó por ejemplo que le pagaban tremendas cantidades de dinero por un trabajo que requería menos esfuerzo que jugar al parchís o que las películas son uno de los malos hábitos y fotos de corrupción de nuestro siglo, capaces de poner en una tarde más desinformación en la mente de los americanos que toda una década del medievo. Y es que ya sabemos que no siempre fue fácil compaginar el trabajo de escritor con el de guionista. Véase mi entrada Escritor y Guionista ¿amigos o enemigos?
Sin embargo, es evidente que aportó a este arte mucho más de él mismo de lo que nunca quiso reconocer. A continuación, unas reflexiones del propio Ben Hecht en Let’s Make the Hero to MacArthur, the Penguin Book of Hollywood, ed. By Christopher Silvester, 1998
“Escribir una buena película le supone al escritor casi tanta fama como conducir una bicicleta. Le ayuda, eso sí, a conseguir más trabajo. Si su película es mala, solo cosechará críticas demoledoras. El productor, el director y las estrellas son los genios que se llevan los laureles cuando la película triunfa. Suyas son también las cabezas que se colocan en las picas cuando la película fracasa”
La época dorada de Hollywood. Los años 30 y 40
Durante los años treinta y cuarenta, Ben Hecht desarrolló una frenética actividad como guionista. Suyos son los guiones de Angels over Broadway (Angeles sobre Broadway, 1940), trabajo por el que Hetch fue nominado para el Oscar al mejor guion original y que daba su visión sobre la guerra en Europa.
Su colaboración con Charles MacArthur fue fructífera. Juntos hicieron musicales como Jumbo, con música de Richard Rogers y letras de Lorenz Hart, Ladies and Gentlemen, Fun to Be Free y Swan Song. La Academia de Hollywood reconoció su labor como guionistas y recibieron el Oscar al mejor argumento original por The Scoundrel (1935). También fueron nominados para el Oscar al mejor guion con Wuthering Heights (Cumbres Borrascosas, 1939).
Su colaboración con Alfred Hitchcock comenzó con Foreign Correspondent (Enviado Especial, 1940), aunque Hecht no figura acreditado oficialmente y continuó con Spellbound (Recuerda, 1945). La siguiente película, Notorious (Encadenados, 1946) se hizo con el mismo equipo, incluyendo a Ben Hecht en la elaboración del guion. Este trabajo fue uno de los nominados en ese año para el mejor guion original.
“¿Por qué no le da un descanso a ese cerebro de poli suyo?. Cada vez que me mira, puedo ver cómo se le llena de sus ideas. Granuja una vez, granuja siempre. Tramposa una vez, tramposa siempre. Vamos. Puede darme la mano, no le chantajearé después por ello”
Howard Hawks trabajó con Ben Hecht en muchas ocasiones. Scarface (Scarface, el Terror del Hampa,1932) estaba basada en una historia de Hecht, así como Twentieth Century (La Comedia de la Vida, 1934), Barbary Coast (La Ciudad sin Ley, 1935), His Girl Friday (Luna Nueva, 1940), The Outlaw (El forajido,1943) o The Thing from Another World (El Enigma de Otro Mundo, 1951).
En 1952 llegó a dirigir una película por él escrita en la que actuaba su hija, Actors and Sin. Sin embargo, el filme cosechó malas críticas. Ben Hecht murió en 1964 cuando trabajaba en el guion de una película que se estrenaría tiempo después con el nombre de Casino Royale.
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