Henry Mancini, el rey de la melodía cinematográfica
Uno de los nombres imprescindibles de la Música de Cine es Henry Mancini. Sus partituras tienen un estilo elegante, melódico y versátil, capaz de capturar tanto la ligereza del jazz como la majestuosidad de la orquesta sinfónica. Dedico esta entrada a Henry Mancini, el rey de la melodía cinematográfica.
Fue un creador de universos sonoros, un maestro de la sugerencia y la emoción mediante melodías aparentemente sencillas, pero de una construcción exquisita. Su obra permanece como un puente ideal entre la tradición sinfónica clásica de Hollywood y las corrientes populares del siglo XX. Mancini nos dejó un testimonio perenne de que en el cine, como en la vida, pocas cosas son tan poderosas como una gran canción en el momento oportuno.
Los inicios de Henry Mancini en el cine
Henri Mancini nació en Cleveland, Ohio, en el seno de una familia de origen italiano. Desde muy joven recibió formación musical rigurosa que pasó por la Juilliard School of Music de Nueva York. Muy pronto, el joven Hank (como le llamaban sus amigos) entró a formar parte de la industria del entretenimiento. Primero fue arreglista y pianista para pequeñas bandas hasta que se integró en el equipo musical de la Universal Pictures.
Su trabajo en Universal fue decisivo en su carrera: allí participó como orquestador o arreglista en centenares de películas de serie B. Este aprendizaje artesanal le proporcionó una comprensión profunda de las dinámicas narrativas del cine. Su experiencia le llevó hasta su primera banda sonora de importancia. Fue nada menos que Sed de Mal (1958) de uno de los directores de cine más influyentes de la historia del cine, Orson Welles. Su tema principal ya se escucha en falso plano secuencia inicial de la película
La Colaboración de Henry Mancini con Blake Edwards
El salto cualitativo en la carrera de Henri Mancini se produjo también en 1958 cuando entró en contacto con un joven guionista y director de nombre Blake Edwards. Éste acababa de crear una serie para TV y andaba a la búsqueda de la ambientación musical del episodio piloto. Esta colaboración entre compositor y director se convertiría en una de las más fructíferas de la historia del cine, comparable a la de Alfred Hitchcock y Bernard Herrmann y otros.
Mancini encontró en Edwards a un director que valoraba profundamente la música como vehículo narrativo. Su primer gran éxito conjunto fue precisamente Peter Gunn (1958). Una serie televisiva para la cual Mancini creó una partitura de jazz innovadora y vibrante que le otorgó su primer premio Grammy. Este enfoque contemporáneo, alejado de las convenciones orquestales tradicionales, marcó un antes y un después en la historia de las partituras para el cine
La Década prodigiosa de Mancini y Edwards
Durante los años 60, Mancini y Edwards enlazaron un éxito detrás de otro. En Desayuno con Diamantes (1961), la canción Moon River, compuesta por Mancini con letra de Johnny Mercer, no solo ganó el Óscar a la Mejor Canción Original, sino que se convirtió en un himno romántico de la cultura popular que aún pervive.
Para Días de Vino y Rosas (1962), Edwards quería otra canción melancólica y amarga que ilustrara el descenso hacia el alcoholismo de los protagonistas. De nuevo Mancini dio con el tono adecuado en una melodía donde destacaba la trompeta francesa y que volvió a ser galardonada con el Oscar a la Mejor Canción.
La Pantera Rosa de Henry Mancini
Entre sus partituras, merece una mención especial la de La Pantera Rosa (1963), cuyo tema principal es un prodigio de swing, ironía y elegancia. La película es una comedia llena de gags al más puro estilo del cine mudo. La melodía insinuante, ejecutada originalmente por el saxofonista Plas Johnson, se convirtió en un icono instantáneo que contenía a la perfección la comicidad sofisticada de la saga Pantera Rosa que se estiró durante más de 30 años.
Henry Mancini, melodías para todos los géneros
A lo largo de su carrera, Henri Mancini compuso algunas de las bandas sonoras más icónicas del cine. Además de las ya mencionadas, no se pueden olvidar otras como Hatari! (1962), Chantaje contra una Mujer (1962), Charada (1963), La Carrera del Siglo (1965), Dos en la Carretera (1967), El Guateque (1968) o Víctor o Victoria (1982). Con todas ellas demostró una asombrosa capacidad para adaptarse a géneros diversos: del drama más descarnado a la comedia más desenfadada, pasando por el clásico thriller. Ganó cuatro premios Óscar y veinte premios Grammy, un testimonio de su influencia tanto en la industria cinematográfica como en la música popular.
Mancini poseía una habilidad inigualable para sintetizar en una melodía las emociones subyacentes de un relato cinematográfico. como ocurre con todo buen compositor de bandas sonoras, su música nunca era un simple acompañamiento, sino un personaje más en la narración. Su estilo se caracterizaba por el uso sofisticado de armonías modernas, la incorporación de elementos de jazz, el dominio del color orquestal y una vena melódica inconfundible. Este conjunto le permitió transitar del romanticismo más lírico al humor más chispeante.
En sus años finales, Mancini se volcó en los conciertos, presentando suites de sus obras más célebres y colaborando con orquestas sinfónicas en todo el mundo. Aunque falleció en 1994, su legado sigue vivo: no solo en las innumerables adaptaciones y versiones de sus temas, sino en la memoria colectiva de una época. Su figura está ya en el Olimpo de los grandes maestros como John Williams, Bernard Herrmann, Ennio Morricone o Hans Zimmer. Para los interesados en profundizar en el mundo de la composición musical para el cine, os recomiendo 7 documentales de compositores de bandas sonoras.
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