Las 5 mejores películas del Oeste
El western como género cinematográfico ha sido terreno fértil para la revisión de sus propios códigos e historia. Las 5 mejores películas del Oeste no son solo relatos de frontera, sino espejo de una nación y mirada melancólica de un mundo en extinción.
Esta entrada pretende ser una breve historia del Cine del Oeste mediante 5 filmes representativos. Hasta que llegó su hora, El hombre que mató a Liberty Valance, Río Bravo, Raíces profundas y El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford condensan, desde perspectivas muy distintas, el alma del Oeste en su diálogo perpetuo con el tiempo, el mito y el cine mismo.
El western vive en las historias y los personajes de estas películas no como arquetipo estático, sino como drama humano y dilema moral, siempre a punto de desvanecerse con el último disparo o con el tren que llega desde el este.
Raíces profundas (Shane, George Stevens, 1953)
Una de las películas más paradigmáticas del género del oeste como cuento moral. Shane es un forastero que llega a un valle donde los colonos luchan contra un cacique ganadero. Su figura, ambigua y trágica, remite al héroe crepuscular: noble pero condenado a desaparecer. La puesta en escena de Stevens, pictórica y serena, transforma la violencia en una mensaje ético.
Shane (Alan Ladd) es una figura casi mesiánica, el forastero silencioso que irrumpe en un mundo amenazado. Por más que intenta obviarlo, su pasado violento está siempre presente. Es el último de su especie y su partida final —con el niño gritándole “¡Shane, vuelve!”— queda grabada como uno de los momentos más icónicos del género.
Su figura se ve contrarrestada con Joe Starrett (Van Heflin), el colono honesto que actúa de líder moral de los agricultores. Respeta profundamente a Shane, aunque percibe el lazo afectivo que se crea entre él y su familia. Se ve obligado a aceptar que hay batallas que otros deben luchar en su lugar.
Juegan un gran papel en la película Marian Starrett (Jean Arthur), la abnegada esposa del colono, madre del niño y centro emocional del triángulo. Su relación implícita con Shane nunca se consuma, pero el subtexto romántico impregna toda la película. Su mirada final al forastero lo dice todo. Y por último, Joey (Brandon de Wilde) que es el niño a través de cuyos ojos se mitifica al héroe. Su inocencia contrasta con el sacrificio silencioso de Shane, y su voz en el clímax sirve como eco del fin de una era.
Raíces profundas fue una de las grandes influencias de El jinete pálido (1985), Un lugar en el mundo (1992) y Logan (2017), que recuperan tanto la figura del héroe errante como el inevitable final.
Río Bravo (Howard Hawks, 1959)
Con un tono más ligero, pero igual de significativo, Río Bravo representa el western de camaradería. Hawks responde directamente a Solo ante el Peligro (1952) —que mostraba a un sheriff abandonado por todos— con un relato donde el pequeño equipo de defensores de la ley se cohesiona frente al peligro.
John Wayne, Dean Martin, Ricky Nelson y Walter Brennan forman un cuarteto entrañable que equilibra acción, humor y redención. El estilo de Howard Hawks es funcional, fluido, centrado en el diálogo y las relaciones humanas. La música de Dimitri Tiomkin contribuye con una partitura discreta y evocadora, aunque el momento más recordado sea la interpretación de “My Rifle, My Pony and Me”, una pausa musical a cargo de Dean Martin y Ricky Nelson en medio del asedio, que humaniza a los héroes.
Hawks construye al Sheriff John T. Chance (John Wayne) como un profesional del deber: duro, irónico, pero también paciente y empático. Representa la autoridad por encima de otras consideraciones. Wayne está aquí menos rígido que en sus papeles con Ford y matiza su dureza con calidez. Dude (Dean Martin) es el ayudante alcohólico en busca de redención y el corazón emocional del filme. Su lucha contra el alcoholismo se convierte en una metáfora del combate moral. Martin sorprende con una interpretación sobria, vulnerable, con momentos de gran humanidad.
El cuarteto protagonista se completa con Stumpy (Walter Brennan) que es viejo cascarrabias que aporta el comic relief pero también tenacidad. Es una figura muy hawksiana: fiel, competente y heroico cuando toca serlo. Y se cierra con Colorado (Ricky Nelson), un joven pistolero que decide unirse al grupo y que representa la juventud que se alía al viejo orden por respeto, no por obligación.
Río Bravo influenció profundamente a directores como John Carpenter, que reconoce en Hawks un modelo de narrativa de resistencia. Asalto a la Comisaría del Distrito 13 podría entenderse como un remake de Río Bravo.
El hombre que mató a Liberty Valance (John Ford, 1962)
John Ford, uno de los 15 directores más influyentes, es el gran maestro del género del cine del Oeste. Esta película es una obra crepuscular, reflexiva y profundamente desencantada. Frente a los paisajes abiertos de Centauros del Desierto (1956), este western se desarrolla en su mayor parte en interiores, como si ya no quedara frontera ni territorio por conquistar.
La historia —la del senador que debe su fama a una muerte que no cometió— pone en cuestión la legitimidad del mito. “Cuando la leyenda se convierte en hecho, imprime la leyenda”, dice uno de sus personajes, resumido magistralmente por Ford. La fotografía en blanco y negro intensifica el tono elegíaco y trágico. El fin del oeste hecho película.
Ransom Stoddard (James Stewart) es el prototipo del liberal ilustrado, abogado defensor de la ley y del progreso. Su llegada a Shinbone simboliza la civilización frente a la barbarie. Pero su triunfo está cimentado en una mentira: no fue él quien mató al forajido. Stoddard representa la contradicción fundacional de América, entre el discurso civilizador y la violencia necesaria para construirlo. Tom Doniphon (John Wayne) es el verdadero autor del disparo que termina con Liberty Valance. Doniphon es la figura sacrificada del western: el héroe individualista que se vuelve prescindible. Es el perdedor que muere olvidado. Wayne da aquí uno de sus papeles más vulnerables.
Frente a las figuras del héroe y del antihéroe destaca el villano Liberty Valance (Lee Marvin) que es además la encarnación del caos que habita en el salvaje oeste. Su brutalidad es expresión de un territorio y de un tiempo sin ley. Marvin lo interpreta con sadismo y carisma, dándole una dimensión casi demoníaca. Su muerte no es sólo la victoria del orden: es la clausura simbólica de una era.
Esta película supone, en definitiva, el testamento moral de un cineasta que cuestiona su propia herencia y a todo un género.
Hasta que llegó su hora (Sergio Leone, 1968)
Este es, sin duda, el western operístico por excelencia. Con él, Leone culmina su reflexión sobre el género y lo transforma en una especie de réquiem visual. Aquí la violencia ya no es efervescencia estilo pulp, como en su trilogía del dólar, sino liturgia. El ritmo se desacelera, los duelos se vuelven silencios sostenidos, y la muerte adopta formas coreográficas.
Ennio Morricone y Sergio Leone, como Compositor y Director, desarrollaron una larga colaboración que marcó un antes y un después en la historia del cine. La música de Ennio Morricone, maestro que redefinió la música del Oeste, logró que su partitura fuera inseparable de las imágenes. Asigna a cada personaje un leitmotiv de estilo wagneriano: la armónica de Bronson, el lamento de Jill (Claudia Cardinale), el tema ominoso de Frank (Henry Fonda). Para los interesados en profundizar en la obra de este gran músico, os recomiendo estos 7 documentales sobre compositores de bandas sonoras.
Harmonica (Charles Bronson) encarna al vengador silencioso. Su instrumento no es solo un rasgo estético: es símbolo del trauma infantil que arrastra y del duelo pendiente. Leone construye este personaje como si fuera una presencia espectral, tan ligado a la muerte como al pasado. La gran decisión del director fue convertir a Henry Fonda, el emblema de la decencia en el cine americano, en un asesino despiadado. Frank es el rostro de la violencia capitalista, pero también es un personaje de gran complejidad moral.
Jill McBain (Claudia Cardinale) es quizás el primer personaje femenino realmente central y activo en un spaghetti western. Jill no es solo el motor del relato, sino una figura de modernidad: una mujer que sobrevive, negocia y hereda el mundo que va a cambiar. Leone la retrata con dignidad y sensualidad, sin reducirla al papel de víctima.
El film es un homenaje reverencial y una deconstrucción: Leone cita a John Ford y a Anthony Mann, pero con un sentido del tiempo y del encuadre que prefigura a Quentin Tarantino. Hasta que llegó su hora no solo cierra una era del western: la canoniza.
El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford (Andrew Dominik, 2007)
Esta película de estilo contemplativo y poético es un western introspectivo donde la violencia se diluye en el tiempo y la culpa. Con una fotografía hipnótica de Roger Deakins, Andrew Dominik retrata la leyenda de Jesse James desde un nuevo punto de vista.
El famoso Jesse James (Brad Pitt) se convierte aquí en un mito viviente; un bandido fatigado, paranoico a la vez que magnético. Dominik lo construye como un ídolo al borde del colapso, tanto físico como psicológico. Pitt le otorga una ambigüedad fascinante: es a la vez carismático, cruel, paternal y suicida. Su asesinato es casi una entrega voluntaria.
Su asesino, Robert Ford, interpretado por Casey Affleck, es el protagonista real, aunque no el héroe. Ford comienza como un admirador adolescente que idealiza a Jesse, para terminar matándolo en busca de un lugar en la historia. Affleck interpreta con maestría la mezcla de resentimiento, dependencia, cobardía y ambición. Su culpa posterior lo convierte en un personaje trágico, casi patético. Charley Ford (Sam Rockwell) es el hermano mayor de Robert que queda atrapado entre la lealtad y el remordimiento. Funciona como conciencia silenciosa de la traición, ofreciendo un contrapunto emocional que se acentúa en el desenlace
El ritmo pausado, casi de meditación, y la música minimalista de Nick Cave y Warren Ellis subrayan la melancolía de un mundo que desaparece. Con influencias de Terrence Malick y Sergio Leone, la película revivió el western como espacio de reflexión y lirismo.
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