Crítica de Eddington de Ari Aster
Tras su polémico paso por el Festival de Cannes de 2025, la nueva película de Ari Aster llega a salas españolas. Eddington ha dividido tanto a la crítica que la conversación a su alrededor nace ya polarizada. Contribuyo aquí a la polémica con mi crítica de Eddington de Ari Aster
Ari Aster, cineasta estadounidense de 39 años, debutó en 2018 con uno de los hits del cine de terror del siglo XXI. Hereditary planteaba un drama familiar perturbador e intenso que se adentraba en el terror paranormal con un final estremecedor. Utilizaba el trauma como vehículo de la acción y propulsor para el horror. Mismo esquema que en su siguiente película (todavía mejor), Midsommar (2019), un folk horror en el festival del verano en Suecia. Por algo Ari Aster es uno de los 10 mejores Directores de Cine de Terror.
Ambas Películas de Terror contienen una de las voces más particulares del género en versión posmoderna. Aster alterna en sus obras varios tipos de planos; combina la cercanía de primeros planos y planos detalles de sus protagonistas (con lentes que distorsionan sus rostros y los fondos) con grandes planos generales. Sus espacios gozan de una artificiosidad intencionada, revelando de forma subtextual el peligro que acecha a los personajes. En Hereditary, el primer plano comparaba la localización principal (la casa familiar) con una casa de muñecas, dando a entender que alguien jugará con los personajes como si de de juguetes se tratase. En Midsommar, generaba contraste entre las imágenes bucólicas y luminosas del campo con el horror y el gore más escabroso. A todo esto se le suma una narración calmada, nunca atropellada.
El punto de inflexión llegó con su tercer largometraje, Beau is Afraid (2023), en el que abandonaba el terror y traía de vuelta el tono de sus primeros cortometrajes. La fusión del humor negro, las dinámicas familiares y el absurdo, lo grotesco y lo retorcido. Sin embargo, su tercera película (la más ambiciosa) resultó ser la más errática e irregular. Aún conteniendo virtudes, el tiempo no ha sido favorable con ella, resultándome ahora una película realmente floja.
Eddington… va en esa misma línea descendente. Es, sin lugar a duda, la peor película de Ari Aster hasta la fecha.
La acción tiene lugar en 2020, en plena pandemia del COVID-19. El alcalde de Eddington, Nuevo México, confina a la localidad imponiendo el uso obligatorio de mascarillas y distancia de seguridad. El conflicto viene dado por el sheriff local, Joe, que se opone a las medidas aduciendo que se trata de una violación de la libertad individual. Así que para combatirlas, decide postularse como alcalde del pueblo.
Aunque se contextualice en una situación real y vivida por todos, Eddington se plantea como una fábula distópica. En apariencia, quiere ser una comedia enloquecida. Pero en última instancia, viene a ser una metáfora existencial en clave de sátira sobre los Estados Unidos en aquellos años. Para ello, Ari Aster puebla su película de todos los clichés existentes para representar a la ciudadanía estadounidense. Negacionistas, conspiranoicos, sectarios, depredadores sexuales, criminales, grandes empresarios, racistas, anti-racistas, gente pro-armas… y un larguísimo etcétera. Todo ello metido en una batidora para obtener el collage definitivo. Todo ello repleto de estrellas de Hollywood (desaprovechadas y limitadas).
Eddington está dominada por el agotador cinismo de su autor. El mismo que podemos encontrar en otros autores posmodernos. El de Yorgos Lanthimos en Kinds of Kindness. El de Ruben Östlund en El Triángulo de la Tristeza. O el de Oliver Laxe en Sirat. Ari Aster actúa como narrador desde una posición de superioridad algo chocante. Su visión es la de un dios que observa, juzga y señala a todos los personajes de igual manera. Para Aster, todos son igual de idiotas. Tanto el racista como el anti-racista. El republicano y el demócrata. El que usa mascarilla y el que se niega a usarla. Los que están a favor de las armas y los que van en contra. Una visión que, de nuevo, busca satirizar la realidad… pero con un fin de lo más descreído. Aster no es capaz de definir su propio discurso.
Pareciera que el foco está en el conflicto entre el Sheriff (Phoenix) y el alcalde (Pedro Pascal) pero esto se difumina de forma intermitente a lo largo de las dos horas y media de película. El auténtico interés del director está en el retrato coral de esta comunidad y en la diversidad de temas antes explicados. Y es que Eddington nunca llega a encontrar el camino en ninguna de sus dos vertientes. Todos los personajes están terriblemente desdibujados. Todas sus situaciones resultan inverosímiles, patéticas o directamente inanes por la falta de interés dramático. Su comedia es tan limitada (tanto en lo textual como en lo formal) que acaba resultando agotadora. Todo se siente anecdótico, sin fuerza, sin mensaje. Falso. Y encima, obvio en sus significados.
Aster también está interesado en construir un último tercio donde todo explote. Algo a medio camino entre el Western silencioso y violento de No es país para viejos (2007) y el nihilismo existencial de Quiero la cabeza de Alfredo García (1974). Pero esta violenta última parte, centrada en un enfrentamiento armado tan violento como absurdo, llega tan tarde que pierde toda su posible fuerza. Y es una pena, porque contiene las ideas visuales más interesantes de la película. Pero no, aquí Aster se supera. Pasa del patetismo a la crueldad. Del cinismo a la auto condescendencia (ese horrible epílogo). No resulta ni divertido de ver.
Por otra parte y en lo estrictamente cinematográfico, Eddington es la película más pobre de Ari Aster. Podemos sacar referencias (los Hermanos Coen, Sam Peckinpah) pero su propia identidad está muerta y enterrada en el desierto. Sus códigos visuales y lingüísticos son tan limitados en esta obra que brillan por su ausencia. Solo hay que ver la escena de la manifestación. Parece un ejercicio de escuela. ¿Dónde está la creatividad de sus dos primeros títulos? ¿Es que el talento desaparece en cuanto se aleja del terror?
Este mal trago no invalida el resto de su obra, porque tanto Hereditary como Midsommar siguen siendo grandes películas. Pero es preocupante que, ya sea por malas decisiones o por un aumento de su ego, este sea el cine que ahora hace. Porque es tan poco interesante…
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