Crítica de 28 años después de Danny Boyle
En 2002 Danny Boyle estrenó una de las películas de terror más influyentes del siglo XXI. Han pasado concretamente 23 años desde que los infectados tomasen el Reino Unido y se redefiniera un género -el de zombies- que llevaba desde los años 60 yendo en la misma dirección. Por fin se estrena 28 Años Después, dirigida por Danny Boyle y escrita por Alex Garland. Aquí mi crítica.
La primera colaboración entre Garland y Boyle se dio en La Playa (2000), basada en una novela del primero. 28 Días Después (2002) es el primer guion para cine de Garland. El primero de muchos, pues más tarde también escribiría Sunshine (2007) y Dredd (2012) y se lanzaría a dirigir Ex Machina (2014). Y aunque las últimas películas de Garland hayan resultado decepcionantes, su estilo es notorio en el uso de simbolismos y analogías.
Por otro lado, Boyle experimentó con la puesta en escena y el soporte digital, creando una obra de lo más vanguardista en el tratamiento de la imagen. Quizá un precedente para la oleada de Found Footage que arrasó en la taquilla a lo largo de los 2000. Pero también un indicio de cómo Boyle iría moldeando la narración cinematográfica de forma cada vez más radical en su filmografía. Así tenemos obras tan únicas como 127 horas (2010), Trance (2013) o la nueva entrega de su saga de infectados.
Después de la decepcionante secuela 28 Semanas Después (2007) de Juan Carlos Fresnadillo, Garland y Boyle unen fuerzas una vez más para desarrollar una nueva historia del mismo universo, obviando lo sucedido en la película de 2007. Han pasado 28 años y Gran Bretaña es una zona en cuarentena de la que nadie sale ni entra. Los infectados caminan a sus anchas mientras que pequeños grupos de población hacen comunidad en lugares fortificados. De una de estas comunidades parten los protagonistas.
Entre los residentes de esta isla se encuentran Jamie (Aaron Taylor Johnson) un recolector de basura; su esposa, Isla (Jodie Corner), que sufre una enfermedad inexplicable; y su hijo de 12 años, Spike (el debutante Alfie Williams). Como parte de un ritual de mayoría de edad, Jamie lleva a Spike al continente para cazar infectados.
Previo a la acción, tenemos world building. La sociedad de 28 años después no ha cambiado desde 2002, estableciendo las bases del discurso de la película: vivir con una mentalidad atascada en el pasado es algo venenoso. La cacería padre-hijo sirve más para alimentar el ego del padre que para el entrenamiento de Spike. A pesar de que la edad recomendada para salir al exterior es de 14, Jamie le saca con 12, poniendo en peligro su vida para luego presumir delante de la comunidad y ligar con chavalas jóvenes. Un macho alfa con ínfulas de grandeza.
El primer acto de 28 Años Después es el más flojo por la pésima presentación de la madre de Spike, Isla. Una mujer utilizada por Jamie para tener un hijo y abandonada en su enfermedad. El problema no reside en el hecho en sí, sino en cómo se muestra al espectador. El personaje de Jodie Corner queda reducido a una mujer enloquecida que no se entera de nada. Sus escenas son crueles, a pesar de estar narradas desde el punto de vista de Spike, quien si la quiere y protege. Es un movimiento muy poco honesto por parte de Garland y Boyle.
Por otra parte, Boyle hace gala en todo momento de su talento como director. Solo la secuencia de salida, cuando Jamie y Spike abandonan la isla y se adentran en el continente, deja claro lo radical que va a ser la película. Boyle elabora una puesta en escena barroca. Una imagen hiper-digitalizada, planos aberrantes, diferencias ópticas abismales, ralentización y aceleración de la imagen, sonidos sorprendentes… Un sin fin de recursos, potenciados por su montaje. El tema «Boots, boots, boots«, además de encajar a la perfección con el discurso de la peli, introduce imágenes de documentales y películas inglesas de la edad media con arqueros. Es una barbaridad.
Garland ha seguido la filosofía de «sorprende al espectador» al pie de la letra. El primer acto de 28 Años Después es lo que cabe esperar. Influencias de la 28 días después original, sumadas a The Last of Us (es sabida la admiración de Garland por los videojuegos) y el cine de zombies más alejado de la crítica al capitalismo de George A. Romero.
Pero una vez supera esto y se adentra en el segundo acto, la película comienza a evolucionar. Primero cambia la dinámica protagonista, siendo ahora Madre e Hijo quienes se adentran en el continente, en busca de un médico que la ayude. Se involucran nuevos personajes, como un soldado francés cuyo escuadrón ha sido aniquilado o el Dr Kelson (Ralph Fiennes), cuya apariencia tétrica contrasta con su carácter amable. También cambia la propia puesta en escena, virando del barroquismo hacia algo más clásico y contenido. En los momentos más dramáticos, Boyle aleja la cámara y deja al espacio y a la luz encargarse de la sensibilidad.
Y entre todo esto, lo camp (el humor, la ironía, la exageración) se abre paso. Un ejemplo sería el infectado ALPHA (así lo llaman), a quien el virus le ha afectado como si fueran esteroides. Con más de 2 metros, camina desnudo y arranca la cabeza y la columna de un soldado como si fuese el hueso de un ala de pollo. Y no contento con eso, lo usa como arma arrojadiza. ¡¿QUÉ?! De forma más radical que la original, 28 Años Después no está interesada en la verosimilitud y el realismo. Pide al espectador pasar por alto cosas que en otras propuestas serían entre ridículas y absurdas. Solo de esta forma y con cierta suspensión de incredulidad, llegamos a la mejor escena de la película.
Madre e hijo encuentran a una mujer infectada dando a luz en un tren abandonado. En vez de matarla o huir, Isla le agarra las manos y la acompaña durante el parto, entendiendo su dolor y soledad. El infectado Alpha actúa en representación del padre, enfocado en la violencia e ignorando a la mujer. El paralelismo entre los padres está más que claro. También se puede hablar de como Spike se enfrenta a la muerte. Cuando marcha con su padre, es obligado a abatir a un infectado torturado y colgado. Cuando viaja con su madre, no solo la protege, sino que acepta su destino de forma madura e incluso bonita.
Al final de esta historia sobre como los chicos y las chicas son criados de forma completamente diferente por sus padres, se produce un cambio radical. Al inicio de la cinta, un niño llamado Jimmy ve como toda su familia es devorada por los infectados. 28 años después, Jimmy lidera una secta en el continente. Su presentación rompe con el tono a niveles imprevistos. En una coreografía a lo Power Rangers, los sectarios matan a infectados al ritmo de una versión Methal de los Teletubbies. Jimmy, que sigue la estética de Jimmy Savile (popular jockey británico que abusó de cientos de menores), acoge a Spike y deja un clip hanger para la siguiente película.
Cabe preguntarse si la próxima película, dirigida por Nia DaCosta y escrita por Garland, continuará con ese tono tan particular. De lo contrario, esto sería solo un efectismo. Prefiero pensar que es una promesa, un teaser de lo que está por venir.
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