Mi cine francés favorito
Igual que en mi anterior entrada, Mi Cine Español Favorito, aquí quiero viajar a Francia y recomendar los cinco títulos que componen mi cine francés favorito. Son mi selección más querida de menor a mayor; ahí van: Hiroshima Mon Amour, Cuento de Verano, Retrato de una Mujer en Llamas, Caché y La Vida de Adèle. Ya me diréis si estáis de acuerdo conmigo
5. HIROSHIMA MON AMOUR
Hiroshima Mon Amour (1959) de Alain Resnais es un título imprescindible en la historia del cine. Esta producción franco-japonesa fue el debut de su director, quien hasta ese momento había enfocado su carrera en el cine documental sobre la guerra y la memoria. Así, Hiroshima Mon Amour enlaza ambos temas por medio de una historia de amor. Los hechos no se narran según el orden convencional de la cronología, sino que se evocan a través de los sucesivos recuerdos que dos sobrevivientes de la guerra van reviviendo gracias a un affaire sentimental. Narrativa y estéticamente innovadora y bellísima, la lírica de Resnais se abre paso por medio del montaje, sugerente y frágil. Ha pasado a la historia por muchos motivos, pero para mí su mayor atractivo está en la fotografía de Sacha Vierny y Michio Takahashi. Una maravilla.
4. CUENTO DE VERANO
Cuento de Verano (1996) de Éric Rohmer. Una de sus últimas películas, integrante de la Nouvelle Vague y director de obras tan hermosas como El Rayo Verde (1986) o El amigo de mi amiga (1987). Rohmer escribe y dirige la tercera entrega de su tetralogía «Cuentos de las cuatro estaciones«, centradas en relaciones humanas en las que el amor es, a su vez, el principal protagonista. La película muestra relaciones veraniegas efímeras y espontáneas. El protagonista, un joven tímido y cínico, anda detrás de tres mujeres. El texto de Rohmer (sus diálogos, principalmente) es tan bueno como en el resto de su filmografía, pero es su puesta en escena (naturalista, lírica) la que hace de su cine algo único y especial. Puede que sea su espíritu juvenil, el carisma de su reparto o la propia localización lo que la convierta en mi favorita. ¡Pero es solo una entre varias!
3. RETRATO DE UNA MUJER EN LLAMAS
Retrato de una Mujer en Llamas (2019) de Céline Sciamma. Desde sus inicios, Sciamma ha configurado una forma narrativa basada en el deseo, la empatía y la delicadeza. Pero por encima de eso, es una cineasta que trabaja desde la sutileza. Retrato de una mujer en llamas en su obra más grande. Una historia de época que narra la relación romántica entre una pintora y su musa. Pero la mirada de la directora va más allá de su preciosa historia de amor. Se trata de una película sobre la propia mirada. Contemplamos el proceso creativo de una artista, replicando cada rasgo facial de la mujer de la que termina enamorándose. Una colección de gestos, de conductas, de expresiones (humanas y artísticas). Un lienzo en movimiento que pide ser observado con detenimiento. Y aún así, está repleta de sutilezas hermosas, representando lo más grande mediante lo más pequeño.
2. CACHÉ
Caché (2005) de Michael Haneke. El discurso y comentario crítico de Haneke hacia la burguesía, los medios masivos y la incomunicación alcanza aquí su punto álgido. Dejando atrás la narrativa fragmentaria de Código Desconocido (2000), el director austriaco continúa en busca de formas narrativas desafiantes. El primer plano de Caché establece su tesis. Una imagen fija, de larga duración, de una vivienda. Minutos más tarde descubrimos que se trata de una cinta de video que han entregado anónimamente a los protagonistas, generando la incógnita de quien es su autor y qué objetivo tiene. Haneke no diferencia la imagen cinematográfica de la cinta de video, como sí hacía en El Video de Benny (1992). Aquí, el dispositivo genera dudas sobre la naturaleza del plano. Haneke destripa a sus personajes y expone sus mentiras y fantasmas del pasado sin piedad. Una película llena de misterios fascinantes, sumamente inquietante y ambigua.
1. LA VIDA DE ADÈLE
La Vida de Adèle (2013) de Abdellatif Kechiche. La polémica Palma de Oro de 2013 es una de mis películas favoritas. Basada en la novela gráfica del mismo nombre, Kechiche tradujo en imágenes el fervor amoroso de esta pasional historia de amor. Adèle se cruza con Emma en un punto de su vida en el que está perdida. En su camino a la adultez, en su sexualidad, en su futuro laboral. Así, Emma encauza su despertar sexual y su entusiasmo por la educación. De tradición francesa realista y costumbrista, Kechiche sigue la vida de este personaje con un dominio del cuerpo-cámara superlativo. Su lenguaje se basa en la expresión corporal y gestual de sus intérpretes, en que la cámara esté tan cerca de sus rostros que parece examinarlos, más que contemplarlos. Así, Adèle Exarchopoulos y Lea Seydoux ofrecen dos interpretaciones para la posteridad.
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