William Riley Burnett, escritor y guionista
Introducción
El prolífico novelista y guionista norteamericano William Riley Burnett es autor de grandes clásicos en el género negro. Pertenece a esa generación de oro estadounidense que alimentó a la sociedad de la época de relatos apasionantes y que encontró en el cine un medio de vida como guionista. Véanse mis entradas dedicadas a los guionistas de cine negro en Hollywood y a los escritores en Hollywood.
Como James M. Cain, William Riley Burnett fue capaz de crear héroes capaces de despertar simpatía en el lector. Sus protagonistas delincuentes lo son porque el destino, como una invisible y poderosa tela de araña, les ha arrastrado a ello.
Sigo con mi serie dedicada a los grandes escritores y guionistas americanos. Tras Dalton Trumbo, James M. Cain, Ben Hecht, Horace McCoy o Abraham Polonsky, le toca el turno a uno de mis preferidos, William Riley Burnett.
Los inicios de William Riley Burnett
William Riley Burnett nació en Springfield, Ohio, en el seno de una familia de políticos. Su aguda comprensión del hecho político y del compromiso entre el poder y la ambición saldría a la superficie en muchos de sus libros y guiones. Estudió Periodismo y tras contraer matrimonio, se convirtió en estadístico al servicio del Estado de Ohio, donde se inició en su carrera literaria. Sin embargo, lo que él llamó su primer contacto con el mundo real no le ocurrió hasta la edad de 28 años, cuando dejó su cómodo trabajo de funcionario y se marchó a Chicago a escribir y a vivir de su escritura.
Era la época en que Al Capone dominaba la ciudad. Burnett logró captar a la perfección el canallesco mundo de la Era de la Ley Seca y también su lenguaje, elementos que andando el tiempo le harían famoso. Un curioso gangster, conocido como Barber “que no podía entender por qué alguien quisiese escribir o incluso leer una novela”, según palabras del propio Burnett, le introdujo en la jerga y en las actividades del hampa y al asumir su punto de vista, sus ideas sobre el bien y el mal, le proporcionó el perfecto telón de fondo para su primer éxito: Little Caesar (1929), su crónica particular sobre la ascensión y caída de un pistolero, Rico Bandetti. El libro se convirtió en un éxito de la noche a la mañana.
“Rico estaba frente al espejo, peinándose con su pequeño peine de marfil. Estaba orgulloso de su pelo. Era negro y lustroso, siempre peinado hacia atrás desde su frente algo baja y siempre ordenado en tres ondas simétricas. Rico era un hombre simple. Solamente amaba tres cosas: a sí mismo, su pelo y su pistola. Tenía gran cuidado de las tres”
Gustaba de contar William Riley Burnett que Jack Warner compró los derechos de su libro no por sus méritos literarios sino porque su protagonista era natural de Youngstown, Ohio, como los propios hermanos Warner. Fuera como fuera, la versión cinematográfica de la historia – Little Caesar (Hampa Dorada, 1930)- fue una de las nominadas al mejor guion adaptado por F. Fárrago y R.N. Lee y un gran éxito comercial. Burnett siguió a su novela hasta Hollywood y ya nunca saldría de allí.
El paso de William Riley Burnett por la meca del cine
Orgulloso de ser un escritor “naturalista”, como sus admirados Balzac, Stendhal, Zola y J. Conrad, William Riley Burnett se movía con facilidad entre los diferentes géneros, haciendo gala siempre de una discreción no exenta de pragmatismo que no impedía que sus obras fueran efectivas, siempre al servicio de una historia bien contada.
Establecido en California, Burnett siguió una frenética carrera literaria. Sus novelas, casi una por año, hasta un total de 36, se producían al tiempo que escribía guiones cinematográficos, que fueron más de 60. Escribió también 100 letras para canciones y 20 obras teatrales. Durante los años 30 y 40, alternaba su trabajo como guionista con el de escritor, dando incluso prioridad al primero sobre el segundo. Pero no fue hasta la publicación de su novela High Sierra, en 1940, que Burnett se concentró en la escritura de guiones, iniciando su colaboración con John Huston, quien lo describió como uno de los escritores americanos más olvidados.
La combinación de Burnett, Huston, Raoul Walsh y Humphrey Bogart dio como resultado otro clásico del cine negro: High Sierra (El Ultimo Refugio, 1941), una película que rompió muchos moldes y convenciones del género. La misma historia fue contada más tarde por el propio R. Walsh en Colorado Territory (Juntos hasta la Muerte, 1949).
La Jungla de Asfalto
En 1950, su novela The Asphalt Jungle (La Jungla de Asfalto), que fue la primera de una trilogía sobre la corrupción de una ciudad junto con Little Men, Big World y Vanity Row, llegó al cine de la mano de MGM. El resultado fue The Asphalt Jungle (La Jungla de Asfalto, 1950): una efectiva historia sobre un grupo de malhechores trabajando en equipo para llevar a cabo un complicado plan de robo. El tratamiento de la historia está lejos del habitual en la época. Los personajes no están determinados por el ambiente en que han vivido. Aquí se mueven por su ansia de libertad más que por necesidad patológica de matar o por avaricia. La película se centra en los motivos, todos ellos muy creíbles, de los personajes para actuar cómo lo hacen.
En los años cincuenta, Burnett estaba en la cima de su carrera. Continuaba explotando su vena realista. Sus personajes –que despiertan una fascinación irresistible- continúan viviendo a contracorriente o directamente fuera de la ley. Muchas de sus historias surgieron de su innato pesimismo. Su filosofía queda patente en sus propias palabras:
“Un escritor tiene que tener imaginación –eso es lo que le convierte en un escritor-. Tiene que ser capaz de ponerse él mismo y de forma imaginativa en el lugar del personaje por él elegido. Y yo tengo una buena comprensión de la realidad heredada de mi padre, de forma que conozco muy bien las limitaciones de la Humanidad y las posibilidades de la vida, las cuales no son muchas para nadie. Nacemos, tenemos problemas y morimos. Eso es lo que sabemos. No hay mucho más que sepamos”
La Gran Evasión
Su último gran guion cinematográfico original fue The Great Escape (La Gran Evasión, 1963), dirigida por John Sturges, en la que Steve McQueen protagonizaba una nueva versión del clásico anti-héroe-perdedor de Burnett: un prisionero para el que no hay escapatoria posible. Es la historia de un grupo de oficiales prisioneros en un campo de concentración, liderados en su ansia de libertad por Hilts. En lugar de las espectaculares muertes del Rico de Little Caesar o del Roy Earle de High Sierra, Hilts es como la pelota que él golpea una y otra vez contra la pared de su celda.
A mediados de los años 60, su estilo, que gustaba del análisis semi-psicológico de los personajes, empezó a pasar de moda. Esta circunstancia, unida a problemas de visión, hizo que su entusiasmo por la escritura decreciera, llegando a publicar tan sólo una nueva novela, Goodbye Chicago (1981). Se trataba de nuevo de una novela situada a mediados de los años treinta sobre la investigación del asesinato de la mujer de un policía. La búsqueda destapa la corrupción de la ciudad y acaba con una guerra de bandas apocalíptica.
Murió a la edad de 83 años en 1983. Nunca recibió un oscar ni ningún otro galardón proveniente de la industria del cine y la mayoría de sus obras hacía años que no se reeditaban en los EEUU. Paradójicamente, fue más leído en Europa que en su país.
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