Crítica de la serie de TV «La Mesías» de Los Javis.
Tras el éxito del largometraje de 2017 La Llamada, adaptación de la obra teatral homónima, Javier Calvo y Javier Ambrossi, o Los Javis, se colocaron en un lugar destacado del panorama creativo español. El pasado octubre, Movistar estrenó su nueva serie: La Mesías.
Analizar la trayectoria de Los Javis es más sencillo que analizar su estilo. Su identidad como autores no viene dada tanto por sus formas, las cuales cambian en función del género en el que se encuentren (desde la comedia musical hasta el biopic y el drama) sino por los temas. Calvo y Ambrossi entienden muy bien las tendencias, los conflictos y la sensibilidad de las generaciones más jóvenes. Además, la diversidad y representación del colectivo LGBT está presente en todos sus trabajos.
La Mesías es un paso adelante en su madurez como narradores cinematográficos, aunque todavía les queda camino por recorrer. La Llamada, por poner un ejemplo, era incapaz de transmitir algo más allá de lo evidente e inmediato, siendo cinematográficamente simple y obvia. Y aunque La Mesías sea muy superior en todos los ámbitos, arrastra el mismo problema.
El lenguaje cinematográfico de Los Javis se revela muy referencial. Un claro ejemplo es la secuencia del Capítulo 4 en la que Montserrat (Lola Dueñas) recibe a varios feligreses en busca de consejo divino. Ella realiza su performance comunicándose con Dios, convenciendo a todos los presentes menos a un escéptico espectador. Este individuo la interrumpe y cuestiona la veracidad de su método, iniciando una discusión. Esta escena es una imitación muy acertada de la misma situación en The Master (2012) de Paul Thomas Anderson. Plano a plano, replican los mismos gestos cinematográficos que el director estadounidense y logran un resultado similar y efectivo.
Esto es algo muy habitual a lo largo de la serie. Sus referentes son entre buenos y buenísimos, tanto nacionales como extranjeros. Se puede ver a Carla Simón, Chema García Ibarra, Pedro Almodóvar, Wong Kar-wai, Xavier Dolan o Sofia Coppola. Esto es algo que podemos encontrar también en las películas de Quentin Tarantino, quien no oculta sus referencias sino que las muestra orgulloso. En cambio, Los Javis se refugian en sus referentes. En el mejor de los casos, logran igualarlos con éxito, y en el peor, se quedan en una mera imitación o un simple ejercicio de estilo. Por mencionar otro ejemplo, la emotiva secuencia de Espíritu Sagrado (2021) de Chema García Ibarra donde padre e hija montan en una atracción tiene su versión en La Mesías, pero sin el impacto de su referente.
El mayor signo de autoría de Los Javis como directores se encuentra en las Stella Maris, una versión todavía más estrambótica de las Flos Mariae, que son un fenómeno en sí mismas.
Toda la falta de riesgo y personalidad que hay en sus imágenes se compensa con la escritura. El guion de La Mesías es la verdadera razón de su éxito y de su relevancia en el panorama cinematográfico y televisivo español.
Esta serie merece una disección capítulo a capítulo, pero trataré de condensar los puntos clave. La superproducción de Ambrossi y Calvo parte de hechos reales del grupo Flos Mariae para elaborar su mensaje sobre la maternidad, la fe y las creencias. Para ello recoge tres etapas de la vida de madre y hermanos, criados, encerrados y adoctrinados por su perversa familia.
Aunque no todos los temas estén explorados con la misma profundidad, examina con detenimiento los traumas y las secuelas de sus protagonistas. No se recrea en la tragedia ni alimenta el morbo detrás de los abusos, sino que ofrece vías de escape mediante el cine, la música y el amor. Aquí está presente la tan preciada sensibilidad de sus autores, aunque no todos los personajes salgan igual de beneficiados.
El personaje de Montserrat, en la etapa interpretada por Lola Dueñas, está escrito con una crueldad desmesurada, teniendo en cuenta su condición de víctima. Es una decisión discutible convertirla en una tirana, todavía más agresiva que el depredador de su marido, eliminando todo rastro de humanidad. Es una evolución desdibujada e incómoda.
Uno de los mayores aciertos narrativos de la serie es su estructura, capaz de mezclar géneros y tonos con soltura y creatividad. Desde el inicio, establece un diálogo entre el presente y el pasado, dejando entrever la historia que poco a poco irá descubriéndose. Esto transforma a La Mesías en un thriller donde caben el drama familiar, la comedia estrambótica, la ciencia ficción y el suspense.
Esta narrativa está muy reforzada por la dirección de fotografía y de arte. El presente luce distante y amargo, rodado en digital con planos fijos y luces artificiales. El ritmo es pausado y atmosférico, centrando la acción en interiores vaciados y fríos. En cambio, el pasado es radicalmente diferente. Con una imagen de celuloide, ruedan con cámara en mano, colores vivos y luces naturales la infancia de los personajes. Los espacios son más barrocos y están más sobrecargados. A medida que avanza la historia, las formas van pareciéndose más al presente (más planos fijos, zooms, predominando la atmósfera opresiva) sin abandonar su estética.
Otro gran acierto de la serie es su reparto y dirección de actores. La Mesías alberga una variedad de registros interpretativos sin parangón. La contención de sus protagonistas, Macarena García y Roger Casamajor, con momentos explosivos y momentos catárticos. La exacerbación de la madre, tanto por parte de Ana Rujas como de Lola Dueñas. La comunión de ambos estilos en la interpretación de Carmen Machi, la más potente e inquietante de la serie. La naturalidad del reparto infantil y juvenil, lleno de grandes promesas y descubrimientos. Sería imperdonable no mencionar las interpretaciones de Biel Rossell e Irene Balmes (los hermanos adolescentes) y de Amaia, una de las integrantes de Stella Maris que se lleva todo el protagonismo.
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