Paul Thomas Anderson, el narrador de la fragilidad humana
Paul Thomas Anderson es uno de los cineastas más personales del cine estadounidense contemporáneo. Su obra combina una mirada profundamente humana con una ambición formal y narrativa única. Dedico este post al Director Paul Thomas Anderson, el narrador de la fragilidad humana.
Podríamos decir que Paul Thomas Anderson construye un cine de autor que lo emparenta con los grandes directores del Nuevo Hollywood —como Robert Altman, Martin Scorsese o Stanley Kubrick—, pero desde una sensibilidad propia y radicalmente moderna. En tal sentido podría equipararse a Richard Linklater, Directores que trabajan en la industria americana manteniendo su personalidad autoral.
La filmografía de Anderson es coherente y heterogénea cuando explora temas como la familia, la culpa, la obsesión, el poder, la fe y el deseo en una América desdibujada por sus propios mitos.
1. Los Inicios en el cine de Paul Thomas Anderson
Hijo de Ernie Anderson, una figura televisiva popular en Los Ángeles, Paul Thomas Anderson creció en un entorno donde los medios y la cultura popular eran parte del paisaje cotidiano. A los 12 años ya filmaba con cámaras de vídeo y en su adolescencia realizó cortos que imitaban las formas del cine clásico. Tras un breve paso por Emerson College y la New York University, Anderson abandonó los estudios formales para seguir un camino autodidacta, convencido de que el cine se aprende haciendo y observando. Su primer cortometraje relevante fue Cigarettes & Coffee (1993), que destacó en festivales y que le permitió desarrollar su primer largo con respaldo industrial.
2. Estilo y poética cinematográfica de Paul Thomas Anderson
Paul Thomas Anderson es un director formalista, con una clara obsesión por el lenguaje visual y sonoro. Algunos rasgos distintivos de su estilo son:
- El uso magistral del Plano Secuencia, heredado de Altman y Scorsese, no como mero virtuosismo sino como estructura narrativa.
- Una mirada coral en varias de sus obras, donde múltiples personajes configuran un retrato caleidoscópico de la sociedad.
- La construcción psicológica compleja de personajes solitarios, rotos o megalómanos, que oscilan entre el amor y la destrucción.
- La descripción social y política de una era de los Estados Unidos u otras regiones como en El Hilo Invisible.
- La música como forma expresiva central, ya sea con Jon Brion o Jonny Greenwood, con quien mantiene una de las colaboraciones más fértiles del cine actual.
- Una exploración de la masculinidad, no en su forma heroica, sino frágil, obsesiva, a menudo tóxica.
Su cine combina lo épico y lo íntimo, lo grotesco y lo poético. Su toque diferenciador reside en que ha sabido reinventarse con cada película, sin abandonar sus temas esenciales.
3. Filmografía principal de Paul Thomas Anderson
3.1. Sydney (1996)
Película inaugural de su carrera, Sydney, es un drama criminal, con elementos noir y un guion tan medido que se siente artificial. Interpretada por Philip Baker Hall, John C. Reilly y Gwyneth Paltrow, la cinta introduce algunos de los temas característicos de Paul Thomas Anderson: redención, figuras paternas ambiguas y ambientes cerrados. Aunque pasó relativamente desapercibida, dio muestras de su precoz talento y marcó el inicio de su colaboración con varios actores con los que repetirá más adelante.
3.2. Boogie Nights (1997)
Inspirada en su propio cortometraje The Dirk Diggler Story, esta obra coral ambientada en el mundo del porno californiano de los años 70 y 80 es un fresco estilizado sobre la construcción y caída del «sueño americano» a través del sexo, la droga y el espectáculo. Con un reparto impresionante —Mark Wahlberg, Julianne Moore, Burt Reynolds, Heather Graham— y un uso virtuoso de la cámara (travellings, planos secuencia), consolidó a Anderson como enfant terrible del nuevo Hollywood. Sus homenajes al cine de Scorsese llevaron a otros cineastas a querer imitar a Boogie Nights, sin nunca tan buenos resultados.
3.3. Magnolia (1999)
Quizá su obra más ambiciosa en el texto, Magnolia es una sinfonía de historias cruzadas en el Valle de San Fernando, donde el azar, el pasado y la redención emergen como fuerzas determinantes. Con una duración de más de tres horas, un reparto coral (Tom Cruise, Philip Seymour Hoffman, John C. Reilly, William H. Macy, entre otros) y una estructura fragmentaria, es una película profundamente emocional y simbólica, al puro estilo de Nashville de Robert Altman. El uso de la música de Aimee Mann como elemento narrativo y el célebre clímax con lluvia de ranas la convirtieron en un referente del cine independiente de fin de siglo. También contiene muchas de sus mejores interpretaciones.
3.4. Embriagado de Amor (2002)
Esta atípica comedia romántica protagonizada por Adam Sandler es una rareza en la carrera de Paul Thomas Anderson: breve, contenida y más centrada en un solo personaje. Aun así, desarrolla con delicadeza temas como la ansiedad, la masculinidad frágil y la necesidad de afecto. Es un ejercicio de estilo donde la forma (colores, música de Jon Brion, montaje) se vuelve un correlato del estado mental del protagonista, llevándonos a un viaje introspectivo y formalmente ambicioso, rozando la abstracción y lo onírico.
3.5. Pozos de Ambición (2007)
Una de las grandes películas estadounidenses del siglo XXI. Está inspirada libremente en la novela Oil! de Upton Sinclair y narra el ascenso del magnate petrolero Daniel Plainview (Daniel Day-Lewis) a comienzos del siglo XX. La película es una meditación sobre el capitalismo, la fe y la deshumanización. El personaje de Plainview —una mezcla de Ahab y Kane— es una de las creaciones más oscuras y poderosas del cine reciente. La banda sonora de Jonny Greenwood y la fotografía de Robert Elswit acentúan el carácter áspero y apocalíptico de la obra. La película que hace cambiar a Anderson su manera de acercarse al cine, volviéndose mucho más conciso y sobrio.
3.6. The Master (2012)
Inspirada parcialmente en la figura de L. Ron Hubbard y el nacimiento de la Cienciología, esta película plantea un duelo íntimo y filosófico entre un carismático líder sectario (Philip Seymour Hoffman) y un exmarine desorientado (Joaquin Phoenix). Es una obra densa, de tempo pausado, centrada en las dinámicas de poder, la dependencia emocional y la necesidad de pertenencia. Su estética en 65 mm potencia su extraña belleza clásica. Podría ser perfectamente una película de Paul Schrader, pero el cineasta americano nunca abordaría al personaje central, el espléndido Phoenix, con este tono tan particular.
3.7. Puro Vicio (2014)
Adaptación libre de la novela de Thomas Pynchon, esta obra mezcla cine negro, comedia, psicodelia y nostalgia setentera en una suerte de El sueño eterno de Raymond Chandler pasado por un tamiz alucinógeno. Quizá tiene que ver más con El Largo Adiós de Altman. Ambas protagonizadas por un detective, en este caso Joaquin Phoenix como el detective Doc Sportello. Un hombre que pertenece a otra época, con otra visión del mundo y de su profesión, que encaja en esta sociedad como un rarito y un porreta. Una de las películas más libres e inclasificables de Paul Thomas Anderson, aquí cercano al cine que hacía en los 90.
3.8. El Hilo invisible (2017)
Ambientada en el mundo de la alta costura británica de los años 50, esta historia de amor y sumisión entre un modisto obsesivo (Daniel Day-Lewis) y una joven camarera (Vicky Krieps) aborda la creación artística como acto posesivo, enfermizo, pero también tierno. Con una elegancia formal excepcional, diálogos punzantes y una interpretación soberbia, El Hilo Invisible nos recuerda al cine de Max Ophüls o Luchino Visconti, con una vuelta de tuerca en cuanto a perversidad. Al final, Hitchcock regresa entre los muertos y posee el cuerpo y alma de Paul Thomas Anderson en el mejor momento de su carrera.
3.9. Licorice Pizza (2021)
Una vuelta al Valle de San Fernando de los años 70, esta comedia nostálgica sobre la adolescencia, el deseo y la deriva vital es su obra más ligera, aunque también impregnada de melancolía. Con dos debutantes —Alana Haim y Cooper Hoffman— y numerosas referencias culturales y cinematográficas, es un retrato de época vitalista y errante, muy diferente de sus dramas más densos. La historia de amor entre los protagonistas es un tira y afloja. Se necesitan, se anhelan y en ocasiones se repelen. Conflicto dramático ansiando su resolución.
4. ¿Cómo se clasifica el cine de Paul Thomas Anderson?
Aunque sus inicios están ligados al llamado cine independiente norteamericano de los 90 junto al de Tarantino, Soderbergh, los Coen o Todd Haynes—, Anderson ha ido alejándose de cualquier etiqueta generacional. Su obra se inscribe en la tradición del cine de autor estadounidense, influenciado por el Nuevo Hollywood (Altman, Coppola, Cassavetes), el cine europeo clásico (Bergman, Ophüls, Fellini) y también por ciertas narrativas literarias (Pynchon, Sinclair, Melville).
En términos industriales, opera desde una posición privilegiada: con libertad creativa casi absoluta, presupuesto suficiente y un público fiel, aunque no masivo. No pertenece ni al blockbuster ni al nicho marginal, sino a un espacio intermedio donde el arte y la industria aún dialogan. Comparable al cine de James Gray, aunque con bastante más fortuna.
5. Influencia y legado de Paul Thomas Anderson
Pese a su relativa juventud, la influencia de Anderson ya se percibe en múltiples directores y corrientes:
- Su virtuosismo técnico ha inspirado a cineastas como Damien Chazelle, Ari Aster, Sean Durkin o Greta Gerwig, especialmente en lo que respecta a la combinación de clasicismo formal y modernidad temática.
- La Música es Cine es otro de sus pilares. El uso que hace de ella en sus películas es emocional a base de profundizar en el sonido como herramienta narrativa. Ha influido en el cine de Barry Jenkins o David Lowery, por ejemplo.
- La construcción de personajes obsesivos y la exploración de la masculinidad frágil ha abierto caminos en narrativas más introspectivas del cine estadounidense reciente.
- También su constante juego con los géneros —melodrama, cine negro, comedia romántica, Western— ha influido en la hibridez formal de muchos cineastas actuales.
Paul Thomas Anderson representa una rara combinación: cineasta con visión de autor, artesano formalista y narrador profundamente humano. Cada una de sus películas expande su universo, dialoga con las anteriores y propone nuevas formas de mirar a los personajes, el entorno y el tiempo. En una industria cada vez más dominada por fórmulas, Anderson continúa apostando por un cine libre, arriesgado y profundamente personal. Su obra, aún en expansión, será sin duda central para entender el cine del cambio de siglo y la evolución de la figura del director-autor en el siglo XXI.
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