Crítica de «Hit Man. Asesino por casualidad» de Richard Linklater
Este pasado 7 de junio se ha estrenado la nueva y efectiva película de Richard Linklater, Hit Man. Asesino por casualidad, que tuvo su estreno en el Festival de Venecia de 2023. Aquí mi crítica.
Richard Linklater, cineasta norteamericano nacido en 1960, tiene una filmografía de lo más variada. A lo largo de sus 39 años en activo ha hecho tanto películas de producción independiente como cine comercial. Valgan como ejemplo títulos tan distintos entre sí como Waking Life (2002) o School of Rock (2003). Richard Linklater Ha dedicado gran parte de su carrera al estudio cinematográfico del tiempo. Rememorando épocas pasadas en Dazed and Confused (1993), dilatándolo en su imprescindible trilogía Before (1995-2004-2013) y extendiéndolo en Boyhood (2014). Richard Linklater construye un cine nostálgico y melancólico. En ocasiones, bajo una superficie alegre y festiva, se esconde una capa de amargura y pesimismo.
Cineasta de amplia cinefilia. En sus títulos más independientes hay rasgos de la Nouvelle Vague, Éric Rohmer, Antonioni, Orson Welles o incluso Yasuhiro Ozu. En cambio, en sus proyectos comerciales esto pasa más desapercibido en términos de puesta en escena. Pero, en mayor o menor medida, siguen ahí.
Hit Man es una comedia romántica de lo más divertida. Su protagonista, Gary (Glen Powell, coguionista), es profesor de psicología en la universidad, y en sus ratos libres trabaja para la policía. Su vida da un pequeño giro cuando se hace pasar por un asesino profesional para ayudar a detener personas que quieren acabar con la vida de alguien.
La estructura de Hit Man escapa ligeramente de lo convencional. Solamente su planteamiento ocupa la primera media hora. Media hora utilizada para presentar y desarrollar todos los temas y personajes de la historia. La comedia tiene un tono «rom-com«, diferente al que podemos encontrar en otros de sus títulos como Everybody Wants Some (2016) pero sí más parecido a la comedia-criminal de Bernie (2011). Aquí tenemos a un Glen Powell polifacético y sorprendentemente flexible, «parodiando» a personajes como Patrick Bateman (American Psycho) o a la propia Tilda Swinton. Linklater tiene un amplio catálogo de recursos en la dirección para usarlos en momentos puntuales. Imágenes de archivo. Ángulos de videovigilancia. Voz en off. Silencios prolongados, en contraste con los momentos musicales. Placas de calles, mostrando visualmente el cambio entre una personalidad y otra.
Todo cambia, a mejor, cuando la desesperada Madison (Adria Arjona) le pide que asesine a su marido maltratador. Es una escena maravillosa, que bien puede recordar a la famosa escena de Antes del Amanecer (1995). Gary tira su profesionalidad por la borda y abandona el personaje del asesino Ron durante parte de la conversación. Se percibe la química especial, habitual en el cine de Linklater. Transmite curiosidad por la otra persona, un trabajo interpretativo naturalista y vulnerable. En lugar de detenerla, le aconseja escapar de su marido y empezar de cero. Y eso es sólo el principio. Porque cuando vuelve a encontrarse con Madison bajo su falso alter ego, todo va sobre ruedas.
Como decía, la estructura de Hit Man no es del todo convencional en la duración de sus actos. Todo el segundo acto se desarrolla en los siguientes 45 minutos hasta que aparece el nuevo giro de guion. Hasta entonces, asistimos a un juego de dualidad identitaria, sobre el «yo» deseado y el «yo» impostado (guiado y ligeramente subrayado por las clases de filosofía que imparte el personaje). También vemos el desarrollo de una relación romántica brillantemente dialogada, manejando un subtexto que no para de crecer (con sus ocurrencias típicas del género). Al mismo tiempo, la trama policial no para de colisionar con la romántica. Y por encima de todo esto, hay un cineasta pasándoselo en grande y haciendo lo que mejor sabe hacer. El tiempo vuelve a aparecer en escena, acechando a los protagonistas, amenazando con destapar la farsa que lo sustenta.
Por supuesto, todo se complica en el tercer acto, como en todas las comedias románticas. Y a su vez, todo cobra más sentido (si cabe) a nivel discursivo. No hay nada que reprocharle al guion de Hit Man, pero es realmente interesante fijarse en el tono. Es uno muy específico, ligeramente amargo, con un baño de cinismo que acaba siendo contagioso. Todo su final es sorprendente, dentro del marco del género «rom-com«, al manejar estos grados de moral en sus personajes.
Se puede poner en duda la eficacia de su puesta en escena, la originalidad de su propuesta visual y la calidad de algunos de sus recursos, pero Linklater ha asumido los códigos del género y ha resultado ileso. La conversación sobre Hit Man no irá nunca sobre lo buena que es su dirección de fotografía, pero sí sobre lo efectiva que es su narración. Y no me interesa tanto como sus proyectos independientes, pero sí me ha cautivado más que algunos de sus mayores éxitos comerciales.
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