Movistar Series. Crítica de «Querer» de A. Ruiz de Azúa
Una nueva joya llega a Movistar Series. Aquí os traigo mi crítica de Querer de A. Ruiz de Azúa, una de las mejores y más importantes series españolas del año.
Su directora y guionista, Alauda Ruiz de Azúa, debutó en el largometraje en 2022 con Cinco Lobitos. Una película acerca de la maternidad desde dos prismas diferentes. La de una joven madre (Laia Costa) que debe hacerse cargo de su hijo recién nacido y la de su propia madre, que se enfrenta a una muerte inminente. Con todo ello, construyó una historia preciosa dirigida con mano firme y mucha sensibilidad. Todo su recorrido en el mundo del cortometraje le respalda como autora.
La directora dobla la apuesta narrativa en una serie de 4 capítulos producida por Movistar, responsables de otros grandes títulos como Antidisturbios o La Mesías.
La serie Querer parte de una premisa tan interesante como arriesgada. Una mujer denuncia a su marido, con quien lleva más de 30 años casada, por violación.
Miren, interpretada por Nagore Aranburu, lo tiene decidido. Va a separarse de Iñigo, interpretado por Pedro Casablanc, después de 30 años de sufrimiento en silencio. Y no solo eso, sino que va a luchar presentando una denuncia por abuso sexual continuado, cueste lo que cueste. Con este planteamiento, la directora propone otro viaje familiar (como ya hizo en su película anterior) a través de la culpa y la aceptación.
El guion de Querer tiene muy pocas fallas y puntos ciegos. Es tal la precisión de su escritura que llama mucho la atención encontrar algo que desentone o no esté tratado con la misma minuciosidad. Como ejemplo de lo último pienso en el contraste entre el abogado de Miren (una chica joven sin pelos en la lengua que actúa como voz de la razón en el capítulo 3) y el abogado de Iñigo (un señor de mayor edad y menor conciencia moral, algo más caricaturesco). Pienso también en los sucesos que rodean al personaje de Jon, hijo de los protagonistas, en el capítulo 4. Su accidente parece más una herramienta de guion para forzar un desenlace acorde a las intenciones de sus guionistas que algo orgánico. Tampoco es lo mejor dirigido de la serie.
Aún así, el guion está brillantemente desarrollado. En unos pocos minutos ya nos damos cuenta de ello gracias al manejo de la información. La primera secuencia del primer capítulo consiste en la protagonista, acompañada de su abogada, presentando la denuncia en comisaría. No hemos visto ninguno de los abusos que dice haber sufrido, pero decidimos creerla porque la directora la cree. La cree por cómo la retrata, por cómo la filma, por cómo la escribe y por cómo la acompaña. No deja de haber cierta ambigüedad en el tratamiento del tema. ¿Realmente sucedió tal y como ella lo relata? Tanto su abogada como nosotros decidimos creer que así es, y la convicción de la directora nos lo reafirma.
Hay muchos grandes momentos a lo largo de Querer. Algunos donde el conflicto, ya sea externo o interno para alguno de los personajes, domina la escena. Fijémonos en las escenas en las que Aitor, el hijo mayor, demuestra el carácter abusivo y autoritario del que Miren acusa a su padre al repetir lo mismo con su mujer e hijo. Aquí se establece un discurso de cómo la violencia funciona como una enfermedad hereditaria al haberla asumido como inevitable en el ámbito familiar. Mientras que Jon, el hijo menor, se distancia radicalmente de su padre, Aitor le imita sin ser siquiera consciente de hacerlo. También me viene habitualmente a la cabeza la escena en la que Iñigo no puede contener las lágrimas por la frustración, desahogándose delante de su hermana, quien le da la razón en todo.
La dirección de Alauda Ruiz de Azúa no llama la atención sobre sí misma, como sí lo hacen las ya mencionadas series originales de Movistar. Su cámara y puesta en escena es invisible pero igual (y en ocasiones más) efectiva que Cinco Lobitos. Los escenarios en los que se mueven los personajes son de colores fríos y apagados, composiciones de formas sutiles que encierran a los personajes, largos pasillos y silencios prolongados. Es remarcable el uso y el juego con los espacios que culmina en el capítulo 3, en el que se lleva a cabo el juicio. Aunque sea una representación realista y nada estilizada, la directora dispone un fuera de campo en la escena por medio de un biombo que separa a Miren de Iñigo. Uno escucha las declaraciones del otro después de 3 años evitándose y la directora lo narra con maestría.
Asistimos también a un recital interpretativo titánico entre sus protagonistas. Primero por separado, en un registro contenido y naturalista, empático (en ambos casos) y muy diferente en sus roles de víctima y maltratador. Finalmente se encuentran cara a cara en la escena de mayor tensión de toda la serie. Aunque Iñigo ejerza toda su fuerza y manipulación sobre Miren, dominando el plano y arrinconándola, es ella quien sale victoriosa. Mientras que Miren no cede ante la violencia, Iñigo queda retratado como lo que ella había declarado: un abusador.
Siempre es un placer abordar la crítica de una serie como Querer de A. Ruiz de Azúa. Espero con impaciencia la siguiente que nos traiga esta interesante directora.
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