Crítica de «Challengers» de Luca Guadagnino
Este 27 de abril se ha estrenado en España Challengers, la nueva película de Luca Guadagnino. Os dejo con mi crítica.
Luca Guadagnino, director italiano de 52 años, ha basado toda su filmografía en la relación entre cuerpos que se atraen. Considerando Cegados por el Sol (2015), que es un manifiesto estético con todas las bases formales de su cine, Guadagnino explora la pasión y el lenguaje no verbal a través de distintos géneros. Elio observa a Oliver como un busto romano en Call me by Your Name (2017), un acalorado coming of age en la Toscana italiana. Suzy retuerce telepáticamente el cuerpo de una de sus compañeras de baile en una coreografía de baile moderno en Suspiria (2018), cinta de terror sobrenatural con elementos de «body horror«. Ambas tendencias se encuentran en Bones & All (2022), retratando la pasión romántica entre dos jóvenes caníbales.
No hay que olvidar su serie, We are who we are (2020), otra maravilla de la que hice una crítica en el blog.
Es imposible separar Challengers del estilo de Luca Guadagnino. Narra un triángulo amoroso ambientado en el competitivo mundo del tenis profesional. Tachi (Zendaya) es una exjugadora convertida en entrenadora, que ha conseguido transformar a su marido Art (Mike Faist) en campeón de varios torneos del Grand Slam. Tras una racha de derrotas, Tashi le inscribe en un torneo en el que tendrá que jugar contra Patrick (Josh O’Connor), su antiguo mejor amigo y exnovio de Tashi.
Guadagnino hace un despliegue estético gigantesco, con ideas de puesta en escena a cada cual más sorprendente. Su talento para la composición con el cuerpo humano, la espontaneidad de los movimientos de cámara, el dinamismo de su planificación, el ritmo cambiante… Todo revela a un cineasta en plena forma, acompañado de su equipo más leal. Sayombhu Mukdeeprom en la dirección de fotografía, tan elegante y creativo con la luz y la composición como en el resto de sus trabajos.
Trent Reznor y Atticus Ross componen la banda sonora, como hicieron en Bones & All. Su talento para el ritmo y la atmósfera quedó más que demostrado en sus colaboraciones con David Fincher. Aquí, el uso de la música es igual de creativo, sorprendente y sugerente. El tecno aparece en momentos inesperados, ayuda a estructurar la narrativa, revela intenciones, sospechas, motivaciones… Esconde misterios, significados, nunca de manera gratuita. Una cosa bastante increíble y adictiva de escuchar.
Las mayores críticas a Challengers han ido dirigidas al guion escrito por Justin Kuritzkes. Muchos han señalado que se trata de su primer guion para la gran pantalla, pero eso no es motivo de crítica. En mi opinión, el mayor atractivo y objeto de análisis no son sus diálogos (adecuados al tono y estilo de la película) o los personajes principales (muy bien definidos y explorados), sino su estructura no lineal. Existe un argumento, únicamente sustentado por prejuicios, para criticar este tipo de esqueleto. La historia contada de forma lineal no es lo suficientemente interesante, así que el desorden la mejora y la hace más interesante. Esto puede ser cierto en algunos casos de películas reconstruidas en la sala de montaje, pero no en Challengers. Ésta se beneficia dramáticamente de sus flashbacks y flashforwards, en un juego perfectamente ordenado, calculado y nada gratuito.
Además, Challengers es interesantísima. Se trata de dos películas que demuestran ser una sola al final. La línea que separa la relación amorosa entre los personajes del tenis desaparece, haciendo que ni el espectador ni los propios personajes sepan de qué están discutiendo: sobre tenis o sobre su amor. Así lo describe el personaje de Zendaya: el tenis es como una relación. Creo que es una manera fascinante de hablar sobre el amor como una competición. Hay algo romántico en el tenis, tal y como lo mostró Woody Allen en Match Point (2005). Luca Guadagnino usa el deporte como una catarsis, como las escenas de sexo de una película tan pasional como esta. Y también retrata la toxicidad y la absurdez de esta enredada relación. Como siempre en su cine, el comportamiento de sus personajes se entiende mejor desde lo corporal que desde lo más convencional.
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