Crítica de «You’ll Never Find Me» de Indianna Bell y Josiah Allen
En el Festival de Sitges de 2023, más allá de la Sección Oficial, he podido ver películas de otras secciones como Órbita, Nuevas Visiones o Panorama. En ésta última se exhiben títulos de todos los rincones del mundo, con nuevas voces y caras desconocidas. Aquí os dejo mi crítica de You’ll Never Find Me (2023), debut en la dirección de Indianna Bell y Josiah Allen.
La película presenta rápidamente a sus dos únicos personajes. Patrick (Brendan Rock), un extraño y solitario residente, vive en una casa móvil en la parte trasera de un aislado parque de caravanas. Tras el estallido de una violenta tormenta, una misteriosa joven (Jordan Cowan) aparece en su puerta buscando refugio de las inclemencias del tiempo.
A partir de este momento, la película comienza un ejercicio de contención superlativo. Ambos personajes tienen algo que esconder y uno puede suponer una amenaza para el otro. Cuanto más se alarga la noche y más descubren uno del otro, más difícil les resulta separarse.
Al tiempo que Patrick descubre las mentiras de la joven, ella empieza a cuestionarse las intenciones de él.
El juego del gato y el ratón que se desarrolla a lo largo de la mayor parte de You’ll Never Find Me me recordó enseguida al primer acto de Barbarian (2022) de Zach Cregger. En la película de Cregger, el punto de vista cae sobre el personaje femenino, lo que convierte al hombre en la amenaza principal. A medida que avanzaba, la tensión se disipaba y descubrías que el director estaba jugando con tus expectativas.
Aquí sucede algo parecido, pero el punto de vista no es tan riguroso. A pesar de compartir un espacio minúsculo, los personajes se acechan mutuamente, creando una atmósfera paranoide. En su tramo final el personaje femenino gana peso en la trama y su punto de vista destaca sobre el hombre.
Sin embargo, los directores no terminan ahí. Los minutos finales de You’ll Never Find Me se vuelven introspectivos y puramente subjetivos para Patrick, torturándolo en una angustiosa pesadilla.
Indianna Bell y Josiah Allen ruedan este espacio como si se tratase de un laberinto sin límites. La cámara se mueve con una libertad y creatividad sorprendentes, pero su auténtico patio de juego es el diseño sonoro. Al salir de la proyección, escuché a otros espectadores comentar que parece una experiencia 3D y es completamente cierto. La edición y mezcla de sonido nos introduce en la cabeza de los personajes, creando una atmósfera opresiva y puramente subjetiva. Llega a ser abstracta e irreal.
Este ejercicio de estilo y de suspense tan dinámico culmina en un último acto que destapa todos sus misterios. Es ahí cuando la contención desaparece y todo se vuelve explosivo, ruidoso y aparatoso. Los directores arriesgan todo a este último tramo, que a pesar de estar brillantemente rodado, resulta algo chocante por lo diferente que es al resto de la cinta.
Si queréis profundizar en la película, podéis encontrar una entrevista con Indianna Bell y Josiah Allen, los directores de You’ll Never Find Me, comentando detalles de la película aquí.
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