Crítica de «Los Vigilantes» de Ishana Night Shyamalan
Ese viernes 7 de junio se ha estrenado Los Vigilantes, ópera prima de Ishana Night Shyamalan, hija de M. Night Shyamalan. Aquí os dejo mi crítica como de costumbre.
Por muchos es conocida la carrera de M. Night Shyamalan. Empezó como una de las grandes promesas del cine de género estadounidense para luego ser constantemente defenestrado por la crítica. Tras un periodo de tiempo dedicado a proyectos de encargo, regresó por todo lo alto y ahora nos encontramos en una de sus mejores etapas como cineasta. Entre sus últimos proyectos se encuentra la serie Servant, de Apple TV. En ella conocimos a su hija, Ishana Night Shyamalan, ya que dirigía y escribía numerosos capítulos.
En el trascurso de la serie, Ishana demostró ser una directora más que capaz, pero únicamente sujeta al delimitado estilo de la serie. Este no permitía, más que a su creador, destacar por encima del estándar. Por poner un ejemplo, hay dos capítulos dirigidos por Julia Ducournau (Raw, Titane) en los que no asoma ningún rastro de su identidad como autora. Lo mismo sucedía con Ishana. Así que un primer largometraje, escrito y dirigido por ella, es una oportunidad perfecta para encontrar rasgos autorales (si los hay).
Los Vigilantes está basada en la novela homónima del autor irlandés A.M. Shine. Narra la historia de Mina (Dakota Fanning), una joven que se pierde en un extenso bosque del oeste de Irlanda. Cuando encuentra refugio en una lujosa y moderna vivienda, queda atrapada junto con tres desconocidos. Cada noche, los cuatro son observados y acechados por misteriosas criaturas a las que nunca llegan a ver. La historia combina el «Folk Horror» con el suspense, encaminando los temas hacia la redención personal de la protagonista.
Se puede hacer el ejercicio de relacionar esta premisa con el cine de M. Night Shyamalan. Los personajes son encerrados en una localización, sin contacto con el mundo exterior, como sucedía en Old (2021) o Llaman a la puerta (2023). La protagonista arrastra un trauma de su infancia, que se nos revela a través de pequeños y concisos flashbacks. Lo mismo sucedía en Múltiple (2016) o La Visita (2015). El thriller se desarrolla a través de numerosas secuencias de tensión y giros de guion, como sucede en prácticamente toda la filmografía de su padre. Así que las comparaciones en el guion son evidentes.
Sin embargo, hay varias cosas que no funcionan. Todo el desarrollo del guion, sobre todo el primer acto, está apresurado. Una voz en off tiene la urgencia de exponernos el conflicto, en vez de ser los espectadores, junto con la protagonista, quienes lo descubran de manera orgánica. Todo lo relacionado con Mina se presenta de manera minimalista y fugaz, sin profundizar en algo que posteriormente va a ser de gran importancia. Pasamos tiempo con los personajes pero no llegamos a saber nada de ellos, solo unos rasgos mínimos (trabajo actoral, probablemente). Se definen por sus secretos; las cosas de las que evitan hablar, pero resulta ser una pérdida de tiempo.
El guion presenta elementos, reglas y situaciones que, o no tienen un impacto real, o no son genuinamente interesantes o reveladoras. Hay un pequeño segmento donde se le enseña al personaje principal sobre las propiedades medicinales de las diversas plantas del bosque. Naturalmente, uno asumiría que esto, de alguna manera, influiría en la trama más adelante, pero no es así. No importa en absoluto que este personaje sepa sobre plantas, y esas plantas nunca le serán útiles. Desconocemos las consecuencias de saltarse las reglas, eliminando cualquier sensación de peligro real.
Con un guion tan endeble, la dirección hace lo que buenamente puede para aportar vías cinematográficas interesantes. Hay ideas en la puesta en escena que destacan en contraposición a las del guion. Se tiende a la exposición y la palabrería, pero una panorámica en silencio genera más terror que cualquier otra cosa presentada oralmente. La elegancia de su estética, la atmósfera lumínica, la localización y el fuera de campo funcionan, pero ninguno destaca por su falta de rumbo. Hay aciertos, pero están muy desordenados.
Un debut decepcionante pero, paradójicamente, prometedor.
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