Crítica de «La Primera Profecía» de Arkasha Stevenson
Recién se ha estrado en España la decepcionante precuela del mítico clásico de terror de los 70. Aquí tenéis mi crítica de La Primera Profecía (2024) dirigida por Arkasha Stevenson.
La Profecía (1976) de Richard Donner es uno de esos títulos imprescindibles del género. La trágica historia familiar que relata, la de un padre egoísta que prefiere mentir a su esposa que soportar la pérdida de su hijo, marcó una época de la misma manera que El Exorcista (1973) de William Friedkin. Véase mi artículo sobre el legado de El Exorcista. El drama de los personajes daba pie a que el terror impactase con mayor visceralidad. Sus imágenes caminaban entre la tragedia familiar, la política y la religión con aquel afán propio de los años 70 de narrar con total libertad y creatividad. Su elegancia chocaba (a propósito) con lo grotesco de sus muertes. Su historia y universo fue tan fascinante que dio lugar a tres secuelas y un remake en 2006.
Por desgracia, ninguna de estas películas ha sido capaz de igualar a su punto de partida. Tampoco su precuela.
La Primera Profecía se sitúa en el año donde da comienzo la película de Donner. Cuando Margaret (Nell Tiger Free), una joven estadounidense, es enviada a Roma para iniciar una vida de servicio a la Iglesia, se topa con una conspiración eclesiástica que busca el nacimiento del anticristo. La película parte de lugares reconocibles en el género. La joven extranjera que se desplaza a un lugar que encierra toda clase de misterios es Suspiria. Más todavía si se hace íntima amiga de su compañera de habitación, desafía a la autoridad del centro y explora pasillos ocultos de la residencia. También podemos fijarnos en la propia película de Richard Donner: en su estructura principalmente.
Vivimos en una era de reboots de clásicos del género. No hay más que ver la horrenda trilogía de Halloween de David Gordon Green. O la reciente Exorcista: Creyente (2023) del mismo director, todavía peor que la trilogía mencionada. Es por eso que una precuela de La Profecía no es algo que suene bien de primeras. Para sorpresa de mucha gente, la película he tenido una recepción muy positiva por parte de la crítica y del público catalogándola de digna precuela. Por desgracia, no me encuentro entre ese grupo.
Para mí, La Primera Profecía es una precuela decepcionante y una película realmente floja. El guion carece por completo de cualquier factor sorpresa. No solo por su falta de originalidad, sino por ocultar torpemente sus giros de guion. Con un mínimo bagaje en el género, es muy fácil adivinar cómo se va a desarrollar la historia. Los personajes son arquetípicos, definidos con un par de rasgos y, a excepción de su protagonista, completamente planos. La trama avanza por medio de clichés, concesiones y situaciones vistas mil veces.
Pero podríamos pasar por alto muchos de los defectos de su guion si la narrativa elevase al conjunto. Y no es para nada lo que sucede con La Primera Profecía. Su imaginería cristiana no es diferente al resto de películas que hemos visto, protagonizadas por monjas. La representación del mal, a excepción de algún detalle, es de lo más simple y obvio. Para un fan del género conformista, puede que sea suficiente. Para un espectador exigente, la película no es en absoluto satisfactoria.
Es una pena que la interpretación de su protagonista, Nell Tiger Free, quede tan tapada por todo lo mencionado. Es muy buena actriz, y es capaz de dotar de identidad a su personaje por medio de la transformación física. La dirección desaprovecha esa capacidad. El homenaje a la película Possession (1981) de Andrzej Żuławski a través de su interpretación en cierto momento del final evidencia el talento de la actriz y la falta de visión del director para mostrarlo. La iluminación, la planificación, el montaje… nada acompaña a su momento de lucimiento. Queda tan desvirtuado que no deja ningún poso ni produce el menor impacto.
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