Crítica de «Tenéis que venir a verla» de Jonás Trueba
Sloterdijk no gana al ping pong.
La secuencia de apertura de Tenéis que venir a verla (España, 2022) es una de las más excepcionales de la filmografía de Jonás Trueba. En ella tiene lugar la presentación de los cuatro personajes principales mientras asisten a un concierto de piano en la época del desconfinamiento. A continuación encontraréis mi crítica de Tenéis que venir a verla, la última película de Jonás Trueba.
El “Limbo”, que así se llama la canción, transporta a los personajes (y quizá, al espectador) a ese momento de sus vidas en el que deseaban poder salir de casa y quedar con amigos. Cada personaje queda retratado por sus reacciones a dicha canción. Algunos atienden con entusiasmo y melancolía y otros con pereza. La secuencia se construye con planos de larga duración en los que solo podemos contemplar sus manierismos. Conocemos a esos personajes sin que lleguen a decir una sola palabra.
Se ha llegado a apodar a Jonás Trueba “el Éric Rohmer español” debido a las similitudes con el director francés. Al igual que Rohmer, Jonás Trueba es un retratista de las relaciones humanas de su generación y de las venideras. Es un gato madrileño, un exiliado romántico, un iluso que sigue creyendo en el amor. Su filmografía es tan personal que podría verse como un diario. Cuando trataba de olvidar a su exnovia, escribió Todas las canciones hablan de mí (2010), y cuando pasó por la crisis de los 30, hizo La virgen de agosto (2019). Tenéis que venir a verla es una nueva entrada en su diario: superamos la cuarentena, pero Madrid se queda pequeña. Fui a visitar a unos amigos a su nueva casa en la sierra. Dimos un paseo por el campo.
El cine de Trueba brilla cuando abraza su amanerada gestualidad y su solemnidad. Aquellos momentos en los que deja a sus personajes expresarse por medio de cosas mínimas como presumir de lo bien que cocinan el cordero con sal y agua o un partido de ping pong. Sin embargo, en Tenéis que venir a verla, Jonás ha incluido elementos impropios de su cine; la música que acompaña a los personajes de Itsaso Arana y Vito Sanz cuando transitan por calles vacías y sombrías enrarece la secuencia e incomoda al espectador.
El director abandona su tema favorito (el amor) y reflexiona sobre un fenómeno que le tiene intrigado. ¿Nos hemos acostumbrado a estar solos? ¿No soportamos ver que nuestros amigos están haciendo algo para cambiar sus vidas? El propio director parece buscar las respuestas en el último libro que le tiene obsesionado: “Has de cambiar tu vida” de Peter Sloterdijk. Para ello, utiliza al personaje de Itsaso como puente para compartir sus inquietudes con los demás personajes, y por supuesto, con el espectador. Este momento se siente como el centro neurálgico de la película, ya que detiene toda la acción y genera un paréntesis específico para exponer un punto. Justo después, los personajes juegan al ping pong en una secuencia tan simple como divertida. Está rodado de tal manera que permite a los actores expresarse con libertad, gritar, saltar y reírse como si se tratase de un partido real y no una película de ficción.
Ésos son los momentos (el concierto de piano, el partido de ping pong, el paseo por el campo…) que más me satisfacen como espectador. En cambio, las citas a Sloterdijk no consiguen despertar en mí el mismo interés que despiertan en Jonás.
Os dejo aquí el tráiler como siempre
Jonás Trueba sigue regalándonos más joyas y espero que así siga siendo. En el verano de 2024 se estrenó Volveréis y en esta entrada encontraréis la crítica.
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