Crítica de «Cónclave» de Edward Berger
Después de su estreno en Estados Unidos y su paso por el Festival de San Sebastián, por fin llega a salas españolas Cónclave, la nueva película de Edward Berger. Aquí os dejo mi crítica.
Edward Berger estuvo en boca de todos cuando su anterior película, Sin novedad en el frente (2022), ganó el Oscar a Mejor película extranjera, además de otros premios como Mejor fotografía o Mejor diseño de producción. El director alemán de 54 años tiene un amplio recorrido en el mundo de la Televisión y del cine, pero no fue hasta su recién oscarizado drama bélico que ha saltado a la fama.
El problema es que Sin novedad en el frente, basada en la novela homónima de Erich Maria Remarque, que es un clásico del Cine Bélico varias veces adaptado, dejaba bastante que desear. Es un ejemplo de película (anti) bélica que alternaba una trama política entre altos cargos del ejército y la lucha por la supervivencia de unos jóvenes soldados en el campo de batalla. El problema es que su tratamiento, desde prácticamente todos los departamentos, jugaba en su contra. La encuentro dirigida como un spot publicitario, que trata a sus personajes como peones dramáticos, sin el menor trasfondo o interés sobre quiénes son. En ella era habitual que los recursos de fotografía, bastante limitados y nada elegantes, se agotasen rápidamente. A pesar de su enorme despliegue técnico, narrativamente se sentía apagada, asesinada por su ambición por impactar y no por narrar.
Es por esto que su nueva película no despertaba mucho interés en mí hasta que la vi. Por suerte, Cónclave es muchísimo mejor.
Cónclave (2024) se presenta exactamente como lo que es: un thriller.
Berger marca el tono desde el inicio, al transmitir nerviosismo y urgencia mediante un plano de seguimiento de la espalda de su protagonista. Se trata de Thomas Lawrence (Ralph Fiennes), un cardenal del Vaticano que es convocado tras la inesperada muerte del Pontífice. Ahora en él cae la responsabilidad de dirigir el Cónclave, el proceso de votación para elegir al nuevo representante de la Iglesia Católica.
La película de Berger supone el choque de dos mundos. Por un lado, el thriller que mueve a las grandes masas. El de una narración dinámica que entreteje una trama de corrupción y conspiración en los estamentos tradicionales, como es la Iglesia católica. Incluye giros de guion, momentos de confrontación y una banda sonora que acentúa el suspense. Por otro lado, se trata de una película que retrata las formalidades del mundo eclesiástico en el Vaticano. Como si un Noir Clásico, protagonizado por un detective privado, se transformase y adaptase a este mundo tan peculiar. No encontraremos muchos de los clichés de aquel género, pero sí podemos reconocer el punto de partida.
La dirección de Berger está muchísimo más enfocada aquí que en su anterior película. En este caso, el discurso marca formalmente el planteamiento de sus imágenes. Lo que antes era la búsqueda constante y gratuita de escenas impactantes, aquí hay una apuesta por la ambigüedad, el juego y la duda. Se trata de una película muy bien rodada y montada, elegante en su puesta en escena y con un tratamiento visual muy efectivo. Aunque en ocasiones resulte difusa, su dosificación de la información mediante el montaje funciona muchísimo mejor aquí que en su drama bélico anterior. Incluso las interpretaciones son mucho más notorias. Ralph Fiennes hace de su personaje un individuo mucho más cercano y sensible de lo que cabría suponer en un principio.
Pero no es solo una buena película a nivel técnico, sino un filme cuyo discurso es realmente significativo. Podemos disfrutar del thriller y las tensiones entre los cardenales, sus artimañas y juegos de poder, pero el verdadero valor de Cónclave reside en su final. Sin revelar los sucesos que rodean a sus últimos 20 minutos, deja al descubierto dos cosas. El carácter liviano de su thriller al no tomarse todo lo en serio que podría. Y el verdadero propósito de su historia, sujeto a interpretación. ¿Es un ataque al corazón de la iglesia o una señal de esperanza? Su mensaje progresista sitúa a Cónclave como una de las películas más valiosas en su posición ideológica respecto a la Iglesia Católica.
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