Crítica de «Segundo Premio» de Isaki Lacuesta y Pol Rodríguez
El 24 de mayo se estrena en España Segundo Premio, la nueva película de Isaki Lacuesta y Pol Rodríguez que ganó la Biznaga de Oro a Mejor película en el pasado Festival de Málaga. Como de costumbre, os dejo mi crítica.
Isaki Lacuesta, cineasta catalán de 49 años, es uno de los directores de cine menos mencionados de España. Su carrera va más allá del cine que se distribuye en salas comerciales, ya que ha hecho numerosas videoinstalaciones sobre arte entre 2007 y 2016. El ganador de dos Conchas de Oro en el Festival de San Sebastián tiene una filmografía de lo más variada. Todas sus películas podrían englobarse dentro de un mismo marco: el cine social como espejismo de la realidad, con tratamientos cercanos al cine documental, pero estética y narrativamente con poco que ver entre ellas.
Como ejemplo sirvan sus dos últimos largometrajes. Entre dos Aguas (2018), en la que muestra, con riguroso realismo e intrínseca belleza, el reencuentro entre dos hermanos tras la muerte de su padre. Y Un año, Una noche (2022), en torno al tiroteo de la sala Bataclán de París y a la vida de una pareja de supervivientes durante el año posterior. Construye en montaje un sobrecogedor collage en el que los recuerdos brotan en pantalla, mostrando el trauma de los personajes.
La conjugación de estos dos directores da como resultado Segundo Premio (2024), la película que no trata sobre el grupo LOS PLANETAS, sino sobre su leyenda. Ambientada en 1998 con el telón de fondo de la escena musical de Granada, la trama ficciona el proceso creativo detrás del tercer álbum del grupo: Una semana en el motor de un autobús, del que Segundo Premio es su sencillo.
La película asume desde el principio su carácter autoconsciente. No es un biopic ni busca ser fiel a unos hechos que no conocemos en profundidad. Quiere ser fiel a lo que es LOS PLANETAS como fenómeno. Su historia podría entenderse como un collage de momentos, encuentros, canciones y conflictos que bien podrían conformar una canción. O incluso un álbum. Lacuesta y Fernando Navarro, guionista, dan con una estructura anárquica que transmite la energía, la creatividad y la libertad de la banda. A su vez, hace un increíble retrato de su época.
La dirección no puede definirse mejor que con la palabra «fascinante«. El estilo de los directores está cerca de Un Año, una Noche , por su agilidad y variedad de recursos. Es tan ágil y eufórica con su planificación que pide una dirección de fotografía y un montaje a la altura. Y vaya si lo tiene. Para empezar, el manejo de cámara está cerca de ser perfecto en sus imperfecciones. A medio camino entre el documental pop más divertido y el drama más estilizado. La cámara gira alrededor de los personajes, corre con ellos, salta con ellos. Y también les observa con un respeto y una bondad realmente especiales.
Lo mismo sucede con el montaje… durante su mayor parte. El cómo ensambla el relato y como maneja el ritmo, tan mutante como las emociones que maneja el guion, es digno de premios. Pero igual que sucedía en Un Año, una Noche, toda su parte final se siente innecesariamente alargada. Los recursos y soluciones de puesta en escena terminan agotándose, llegando a formas algo burdas. La agilidad del ritmo y la narración pierde fuerza, concluyendo de forma nada satisfactoria. Nada de esto le quita mérito a todo lo anterior, ni tampoco al trabajo visual e interpretativo, aunque a mí me sacara del filme.
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